Por un lado, una ciudad le ahorra dinero a sus residentes cuando por ella se puede caminar y andar más en bici, y por otro, es también ese tipo de ciudad genial en la que queremos vivir hoy en día. Por eso la mejor estrategia económica que se puede tener como ciudad no es el viejo modo de intentar atraer corporaciones, y de tener un polo biotecnológico o un polo médico, o un polo aeroespacial, sino el de volverse un lugar en el que la gente quiera vivir. Y ciertamente los «jóvenes del milenio, esos motores del emprendimiento, 64 % de los cuales deciden primero dónde quieren vivir, y se mudan luego allí para buscar después empleo, ellos vendrán a tu ciudad.